miércoles, 6 de febrero de 2013

Reconociéndome

México DF a 10 de Septiembre de 2005

Me recibiste con el cabello alborotado y la cara de sueño. Me desnude completamente mientras observaba tu cara que apenas se asomaba por debajo de las cobijas. ofreciéndome un espacio ahí, en tu cama, lentamente me fui escurriendo junto a tu cuerpo, me ofreciste tus brazos. Estoy fría te dije. No te importo y me atrajiste hacia ti. Mi piel completamente helada se encontró con la tuya cálida, tu cuerpo se estremeció un poco pero lejos de soltarme me abrazaste fuertemente. Tu olor comenzó a impregnarse en todos mis sentidos y quise abrazarte mas fuerte, quería que sintieras que me fundía en ti, que te pertenecía. Mis manos recorrieron primero la forma de tus brazos, después se aventuraron a reconocer la geografía de tu espalda mientras mis pechos se aplastaban en el tuyo. Busque tus labios encontrando un beso. Me susurraste que esa mañana no habría nada de dominación, ni humillación ni azotes. Me quede observando tu mirada tratando de descifrar que era lo que estabas pensando al decirme eso. Como si hubieras adivinado me dijiste que querías que yo te conociera por ese lado también. Asentí y comenzó entonces un juego de caricias, besos, palabras y risas. Me monte en ti y tus bromas me hacían reírme hasta que de plano dejaba de moverme para disfrutar de tu cara alegre también, y no es que no te hubiera visto alegre otras veces, Si no que tu cara era un poco diferente. Entre nuestro juegos comencé a acercarme a un orgasmo. Te diste cuenta y me dijiste que recordara que no necesitaba pedir permiso por que era un momento “vainilla” y que los vainillas no pedían permiso. Me costo algo de trabajo pero lo tuve. No fue nada extraordinario. Solo fue un orgasmo y ya. Pero no me sentía satisfecha ni del todo contenta. Estuvimos un rato más así, hasta que nos quedamos descansando uno a lado del otro platicando. Me preguntaste que pensaba acerca de lo que minutos antes habíamos tenido. Te dije que había sido “lindo” y que no me desagradaba pero que me hacia falta algo... esa chispa.

Sonreíste y de inmediato me ordenaste que te trajera las muñequeras de cuero y que me colocara encima de ti dándote la espalda. Pasaste mis manos hacia atrás y aseguraste las muñequeras al tiempo que mi corazón comenzaba a acelerarse, de pronto sentí un empujón y me fui de nariz al colchón quedando empinada y con mi culo completamente expuesto para ti. Trate de acomodar mi cabeza en el colchón y me ordenaste te provocara con palabras. Me quede en blanco. Siempre me ha costado mucho trabajo decir cosas y aunque hemos trabajado sobre eso aun me cuesta. Sentí el primer azote con el padle sobre mi trasero seguido de otros mas, separaste un poco las dos nalgas y en el pliegue me diste dos azotes que me dolieron mas que los anteriores y quise escapar hacia adelante para evitar el dolor. Me dijiste que me colocara como tu me habías dejado y con grandes esfuerzos me hice hacia atrás quedando de nuevo empinada, pero justo cuando lo hice sentí otro empujón que me desbalanceo. Caí de la cama estrellándome en el piso. Me asuste. Estando con mi cara en la alfombra escuche tu risa y tu voz diciéndome que que esperaba para subirme de nuevo a la cama. Trate en vano de incorporarme, no podía. Entre el susto y la desesperación por no poder pararme, comenzaron a asomarse lagrimas en mis ojos. Me preguntaste burlón si no podía hacerlo. Y sacando fuerzas me subí a la cama de nuevo tratando de no ver tu cara. Me coloque de nuevo y me volviste a ordenar que te provocara con mis palabras. Pero tenia un nudo en la garganta y comencé a sentir de nuevo los azotes con el padle. Sacando fuerzas no me hice de nuevo hacia delante. Me estaba doliendo pero el dolor se estaba disipando al estrellarse el padle una vez tras otra y sentía una humedad constante entre mis piernas. Comencé a decir algunas cosas, pero entonces las lagrimas ya se habían apoderado de mi; dificultando aun más las palabras. Me incorporaste y desabrochaste las muñequeras masajeando suavemente las muñecas y manos. Sobaste mis brazos mientras los estirabas y me ordenaste que te mirara. No quería que me vieras así. Me lo dijiste por segunda ocasión y girándome enfrente tus ojos que me miraban serenos, pero contentos. Y una sonrisa asomo en tu boca. Y lo único que pude hacer fue mirarte a través de mis lagrimas y sonreírte también.

De quien eres?, soy tuya, completamente tuya mi Amo.
Me ofreciste tu pierna al tiempo que me decías que me masturbara con ella. La abrace con mis piernas quedando mi coño sobre ella y comencé a moverme mientras te escuchaba nombrarme de diversas maneras, todas mas humillantes que las anteriores. De nuevo te diste cuenta que estaba cerca del orgasmo ordenándome que me moviera mejor y más rápido. Sabia que ahora a diferencia de los momentos anteriores tenia que pedir permiso. Así lo hice y me lo negaste varias veces hasta que el permiso por fin llego. Y me abandone a un mar de sensaciones sintiéndome más tuya mientras sentía tu mano acariciarme la cabeza. Abrí los ojos y me ofreciste de nuevo tu brazo. Me acomode sobre el, abrazando tu torso al tiempo que te decía un gracias Amo.

-¿Tienes ahora esa “chispa” de la que hablabas?-. Sonreí asintiendo y comprendí entonces que en realidad nunca me había sentido plena como vainilla y que por primera vez entendía que el haberme enfrentado a mi misma nos había brindado el goce de ser Amo y sumisa.
-Bueno pues entonces has lo que tienes que hacer-. Y sin dejar de sonreír y mirarte baje mi cara a entre sus piernas agradeciéndote el poder recibir tu leche entre mis labios.

No hay comentarios: